El CAMINO DE VICENTE recoge experiencias habidas en los dias que pemanecí en el Camino francés a Santiago

lunes, 9 de septiembre de 2013

Etapa 34 : Santiago de Compostela - Negreira (21 kmts)

Día 11-10-13
Dormí bien, a pesar de los ruidos frecuentes que se oían en determinadas horas, sin duda producidos por otros huéspedes que no tenían que levantarse a las 7 de la mañana para iniciar una nueva etapa, porque ya habían finalizado todas.

Me vi la pierna y me preocupó, sentía más dolor que ayer y las picaduras de los dedos del pié me transmitían la sospecha de que me podían obligar a terminar en Santiago. Apoyaba el pié y me resultaba doloroso. ¡No podía ser!, ¡No podía terminar mi Camino!, ¡Mi meta es Finisterre!. Me apliqué pomada desinfectante y los dedos los cubrí con un vendaje circular que tiene en su interior una almohadilla de silicona. Confiaba que ese protector aliviara las molestias y protegiera la parte afectada con el fin de que no evolucionara negativamente. Una vez calzada la bota sentía menos molestias, pero... !las tenía.!.
Por la Rúa Nova, a las 8 de la mañana el campanón de la Catedral da un toque por cada hora, su sonido grave retumba entre las piedras de la ciudad monumental de Santiago; escucho mis pisadas sobre los grandes adoquines de la estrecha calle, se mezclan con pisadas de suelos de zapatos duros que visten cuerpos trajeados. Nos ignoramos, parece como si fuéramos invisibles, ellos no nos miran y yo les miro con compasión, siento estar en un estrado superior, en un estado de libertad  que no tiene precio. Es un momento extraordinario, mis pasos me llevan hacia la Catedral, estoy entrando en la Plaza del Obradoiro. No veo peregrinos con mochila, veo  un grupo que se están haciendo fotos, sin duda son compañeros del Camino que están almacenando los últimos recuerdos antes de partir a destinos diversos. 
Junto al Hostal de los Reyes Católicos busco la flecha amarilla, ella me lleva por calles estrechas y límpias, me cruzo con jóvenes estudiantes que buscan su camino; yo sé el mío, la flecha me lleva.
Somos pocos los que seguimos este Camino. En las últimas etapas, especialmente desde Triacastela y Sarria, acostumbraba a iniciarlas junto a un número alto de peregrinos, a pesar de no ser muy madrugador, sin embargo ahora voy solo en los primeros tramos. Me duelen los dedos del pie pero no me voy a rendir.
El perfil de la etapa es muy gallego, otra montaña rusa más, en este caso  animada por una pendiente de unos 250 metros de altura que a mitad de camino habrá que subir. En Lombao, antes de iniciar esta subida al Alto Mar do Ovellas, entro en un Bar a orillas del Camino, allí me reencuento con Svenja y su amiga, eran tres hasta Santiago, me dice que la otra ha tenido que regresar a Alemania por motivos de estudio. Almorzamos juntos. En esta zona, en este valle, hay un microclima que genera frutas propias de otras con clima cálido, como los Kiwi.
Recuperamos fuerzas que vamos a  necesitar para subir el Alto. Lo hacemos por el camino marcado en el bosque que poco antes de la cima nos devuelve al asfalto por donde transitan los Bicigrinos, estos hacen "eses" para superar el último tramo, ya son las 13 h. y quedan algo más de 6 kmts para Negreira.
Antes de esta localidad final de etapa hemos de pasar por A Ponte Maceira a orillas del Rio Tambre, es una hermosa aldea de calles empedradas, molinos recuperados y grandes casonas de piedra restauradas. En el conjunto destaca el puente medieval de cinco arcos (s. XIV).


Caminando por la orilla del rio y cruzando campos de cultivo volvemos a la cerretera nacional que nos mete en la localidad de Negreira. Tenía buenas referencias del albergue de San José, a él llego y encuentro un edificio nuevo, ámplio en todas sus estancias: comedor, baños, dormitorios, y muy limpio. Somos pocos, muy pocos para la capacidad del albergue. Nunca antes había presenciado tantas literas vacias.
En el Restaurante coincido con otro peregrino que está albergado en el mismo albergue que yo, me cuenta la noche que pasó en el Albergue del Seminario Menor de Santiago, el de mayor capacidad. El hombre estaba escandalizado por lo que vió y lo poco que durmió. Se había acabado estar en la cama a las 21 h o 22 h, se había acabado respetar el silencio y el descanso de los demás, algunos peregrinos llegaban en condiciones de inestabilidad.
Aquí la noche es tranquila en el Albergue San José de Negreira.

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