El CAMINO DE VICENTE recoge experiencias habidas en los dias que pemanecí en el Camino francés a Santiago

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Etapa 32 : Arzúa - Pedrouzo (19 kmts)

Día 09-10-13

¡Sí!, ¡hay chinches en esta habitación!, y me han picado, siento picores en la pierna derecha, trataré de no rascarme para no provocar sarpullidos . La culpa es mía por no haberme largado de esta pensión. "Pues les voy a denunciar; cuando se abra el día, en uno de los descansos les voy a llamar a ellos y después pongo una denuncia en alguna comisaría de policía.". Esto es lo que pensaba mientras desayunaba en una de las cafeterías centrales de Arzúa, a tope de peregrinos, la mayoría españoles. Lo primero que buscamos todos es uno de estos establecimientos donde ingresar el líquido caliente acompañado de un suave croissant envolviendo una capa de mantequilla untada con mermelada de fresa o manzana. Cuando después te echas la mochila a cuestas y coges los bastones sientes que el cuerpo está alegre y dispuesto a obedecer las órdenes del cerebro.


La etapa de hoy no va a ser muy larga, acabará en Pedrouzo porque después de esta localidad no hay poblaciones con albergue hasta el Monte del Gozo, a las puertas de Santiago y llegar hasta allí significa andar unos 40 kmts y mi cuerpo no está preparado para semejante batalla, no tengo ninguna prisa ni ninguna fecha límite, como tienen muchos de los peregrinos de largo recorrido.
Hoy el recorrido es el más plano de la comunidad de Galicia, nos movemos entre los 300 y 400 metros de altitud, entre montes plenos de eucaliptos, no vemos ya esos frondosos y míticos bosques de robles y castaños de la provincia de Lugo, ahora el terreno deja de ser poético y legendario para convertirse en más productivo. Hay que talar lo ancestral y sembrar lo breve y práctico que da más dinero. "¿Por qué hay estos árboles aquí, que son de mi tierra?", me preguntaba una joven australiana. Donde no hay bosque hay tierras de maíz, se ven explotaciones de ganado vacuno más grandes que las de Lugo. Sin duda, La Coruña es menos romántica.
En esta etapa coincido una vez más con Svenja, la joven alemana, pero a diferencia de anteriores encuentros camino junto a ella y conversamos lo que nuestros idiomas nos permiten. Ella, como todos los europeos, habla inglés, además de un poco español o castellano. Yo, como buen español, solo hablo mi idioma y un poquito de inglés o, mejor, conozco unas pocas palabras de inglés. En estas condiciones comunicativas permanecimos juntos toda la etapa. No recuerdo el momento en el que coincidimos. Sus dos amigas alemanas se habían adelantado porque querían llegar en la fecha de hoy a Santiago. Svenja es un chica sensible y educada, su profesión es la de la enseñanza, preocupada por las personas y la naturaleza, tiene 27 años, "Más joven que mis hijos", le dije. Hablamos de las cosas propias de una situación como la que nos encontramos. Entre otras cosas me habló de su familia y se interesó por conocer la mía, le enseñé dos fotos de mi hijo Héctor que tengo en mi cartera, son de cuando tenía 2 y 18 años. Se reía con mucha ternura cuando vio la de 2 años y dijo, "¡que guapo", al ver la de los 18 años, "pero ya no es igual, hoy tiene 15 años más", "ya". Recordaba y hablaba de su familia, de sus padres y sus hermanas, con mucho cariño y me dijo cual era el motivo por el que estaba haciendo el Camino, "pero si tenemos oportunidad de vernos con mis amigas no hables de esto, porque a ellas no se lo he dicho". Esta confidencialidad me sorprendió y sentí halago y respeto por ella, y por esto no voy a hablar de ello con nadie, ni aquí, solo decir que ese motivo evidencia la personalidad, el corazón, de Svenja.


Llegamos juntos a Pedrouzo. Analizamos la posibilidad de hallar alojamiento más allá de esta localidad pero se confirma lo que conocíamos, que hasta Monte del Gozo no hay alojamiento. Buscamos una pensión. Cada uno se aloja en su habitación y cada uno hace su vida en el tiempo del día que queda.
Me miro las picadas de los chinches en los pies, especialmente en el derecho, donde tienen todas las pintas de producir alergia y las correspondientes ampollas. Busco una farmacia para que los profesionales farmacéuticos vean el estado de las picadas y den su opinión. Coinciden en la alergia y en los estamínicos que estoy tomando, aún tengo desde Burgos. Busco Restaurante para comer, Svenja está en la terraza de otro Restaurante, la saludo y me dirijo a otro, no me gusta ocupar el tiempo de otras personas más allá de lo prudente y hoy ya hemos caminando juntos un buen tiempo. Después de la comida regreso a la pensión para hacer colada y echarme un poco la siesta.
René, el compañero francés con quien compartí varias etapas hasta Fromista, me llevaba una etapa de ventaja, no recuerdo ahora en la etapa que contactamos por teléfono. Cada uno hemos seguido y respetado nuestro camino. Conocía que él en Santiago terminaba su camino, no seguía a Finisterre como iba a hacer yo, por ello conecté con él para despedirme porque hoy estaría en Santiago, habría finalizado su viaje. Efectivamente, allí estaba, pero mañana asistiría a la misa de los peregrinos, a las 12,00 h. en la Catedral  y a las 13 h. se marchaba al aereopuerto. Le respondía que me esperara en la Plaza del Obradoiro porque iba a hacer lo posible por llegar a esa hora.
Ya en el tiempo de la noche y preparado para dormir, en la cama aprecio que hay unas picadas  sensibles al dolor como en las anteriores ocasiones, esto me preocupa, si continúan evolucionando negativamente pueden impedirme caminar en una de las etapas más importantes. Decido levantarme e ir al Centro de Salud. En la calle,  son las 23 horas, pregunto por el Centro, me indican que está por la entrada del pueblo que habíamos hecho. Después de caminar en soledad por la calle-carretera hacia el Centro, en unos 15 minutos llego al lugar, está cerrado, no hay guardia, las urgencias a Santiago dicen las indicaciones pegadas en el cristal. No me queda otra solución que confiar en que no evolucionen negativamente.  Vuelvo a la pensión, son casi las 12 y voy sin hacer ruido a mi habitación, para no despertar a Svenja. En la puerta encuentro un papel con una escritura de palabras en castellano con faltas de ortografía y otras en inglés, es de la joven alemana que me dice que mañana se va a levantar pronto porque quiere llegar antes de las 12 a Santiago para asistir a la misa de los peregrinos. "Confio volver a verte en alguna de las etapas a Finisterre". ¡Bien!, continuamos teniendo objetivos comunes.

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