El CAMINO DE VICENTE recoge experiencias habidas en los dias que pemanecí en el Camino francés a Santiago

jueves, 19 de septiembre de 2013

Etapa 24: Ponferrada - Villafranca del Bierzo (24 kmts)

Día 01-10-13
Desde el balcón del Hostal, al lado de las murallas del castillo de los templarios, veía a los peregrinos iniciar esta etapa, vienen desde el albergue municipal y han sido más madrugadores que yo. Vienen envueltos en sus capas protectoras del agua, el día ha amanecido con lluvia. Son las 8 de la mañana, un poco tarde. En los albergues te levantas junto a los demás, porque aunque los más madrugadores son respetuosos con el descanso de los demás y procuran hacer el menor ruido posible y  utilizan sus linternas, es inevitable despertar y poco después apuntarte a esos movimientos.
Cuando salgo al Camino ya no veo peregrinos, todos están por delante, quien me acompaña es la lluvia que en algunos momentos se vuelve intensa. Estamos ya en otoño y en una zona geográfica con un clima propicio a la lluvia, así que habrá que mentalizarse que esto es lo que toca ahora.
Ponferrada y Villafranca son  dos localidades importantes del Bierzo, una comarca regada por el Rio Sil. En los primeros 10 kmts caminamos por carretera local,  entre huertos y terreno plano, suerte que hay poco tráfico de vehículos. 
 En Compostilla tengo la anécdota de hallar en la entrada del pueblo a una mujer muy mayor que ofrecía peras y tomates  a los peregrinos, daba a probar una pera sabrosa y madura animando a que llevaras varias unidades. Decía que las había cogido de su propia huerta, me pidió 1 € por tres. Comentaba que esa práctica la utiliza durante muchos años,  y en los tiempos de la maduración de los productos de la huerta. Pero las peras que vendía no tenían la maduración de las que ofrecía a probar. Estaban como piedras.
Cruzas la autovía del Noroeste y cambia el terreno y sus cultivos, suaves ondulaciones y el color verde de los viñedos de uva Mencía. Abundante, más que en La Rioja. También aquí probé la uva y encontré la sorpresa que no tenía el dulzor de la uva de aquella otra región, era agua, no tenía ni sabor. En el Restaurante La Moncloa de Cacabelos comenté esta circunstancia con el propietario del Restaurante y me lo explicó, era natural ese sabor a agua porque es lo que tiene ahora la uva debido a las lluvias, las viñas absorben el agua del terreno, es por esto que los vinicultores tienen tanto pánico al agua en las fechas de la vendimia, así lo entendí. Aunque no eran muchos sí se veía a alguno vendimiando ya.
A falta de unos 5 kmts para llegar a Villafranca deja de llover y sale el sol, clarea el día y los rayos solares contribuyen a dar más fuerza al verde de las viñas y al color marrón-rojizo de la tierra. Alargando la vista creo descubrir el terreno característico de Las Médulas y veo la ciudad de Villafranca.

Son las 15,30 cuando llego a Villafranca la última localidad de importancia que atraviesa el Camino de Santiago por tierras leonesas. Su nutrido conjunto monumental y su carácter jacobeo la han convertido en importante centro turístico. Su casco antiguo está declarado Bien de Interés Cultural.
A la entrada de la localidad se sitúa la iglesia románica de Santiago, que data del siglo XII. En uno de sus laterales se descubre la Puerta del Perdón, donde obtenían el jubileo los peregrinos que, por enfermedad, no podían continuar hasta Santiago de Compostela. Villafranca tiene edificios emblemáticos como la Colegiata o el convento barroco de San Nicolás el Real, otrora lugar de formación de los jesuitas y hoy reconvertidos, algunos de sus alojamientos en albergue del Camino. Aquí pernocté, no éramos muchos en el albergue. Mi habitación, espacio de grandes ventanales y elevados techos, disponía de cuatro camas, la compartí con un oriental, un tipo muy grande, no se si japonés, o chino o coreano, con quien solo compartí un "Hello".
En la Plaza Mayor me esperaba mi hijo David, había subido a Ponferrada por motivos de trabajo y aprovechó para comer juntos en Villafranca y darme otro móvil de repuesto porque estaba convencido que el que tenía no llegaría a Finisterre funcionando bien. Pero solo tuve necesidad de él en la penúltima etapa, se me había acabado la batería del titular.

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