El CAMINO DE VICENTE recoge experiencias habidas en los dias que pemanecí en el Camino francés a Santiago

domingo, 22 de septiembre de 2013

Etapa 21: Hospital del Orbigo - Murias de Rechivaldo (21 kmts)

Día 28-09-13
Por la noche la lluvia fue más constante, insistentemente golpeaba en el tejado del albergue haciéndose notar, sonaba a reto más que a advertencia, estábamos preparados aunque no dejaba de preocuparnos o preocuparme tener que soportar una etapa de lluvia. A las 7 de la mañana su presencia era notoria y protagonizaba los comentarios de los peregrinos que comenzábamos a asomarnos a la puerta. Algunos preguntaban por los horarios de autobuses que les llevaran a Astorga.
Vi a la joven Svenja que estaba preparada para iniciar su camino, con ella no había tenido más que educadas palabras de saludos y quería tener un recuerdo gráfico de ella porque tal vez no la volviera a ver y quería recordarla como uno de los peregrinos de mi Camino, por lo que la solicité hacerme una fotografía con ella.
Mentalizado para soportar la lluvia salí al Camino. Había dos direcciones posibles para llegar a Astorga, elegí el más largo por estar alejado de las vías de asfalto, fue un  acierto. La mayoría de los peregrinos lo hizo también, a juzgar por el flujo que se veía y acompañaba. Pronto llegamos a Villares de Órbigo, solo 2 kmts, el camino hasta aquí lo hice al ritmo  de dos parejas  de alemanes que llevaban capas de colores rojos y amarillos; en la plaza me solicitaron les hiciera una foto y se me ocurrió situarles formando la bandera de España, accedieron entre risas y bromas.


La lluvia era intermitente y no  muy fuerte por lo que se soportaba muy bien. El Camino era entretenido por la variedad de paisaje, suaves colinas, pequeños bosques de encinas, robles y pinos por localidades tranquilas y campos de cereales y especialmente por hallar a otro personaje del Camino, sin duda uno de los más singulares, David. En plena meseta, junto un viejo corral de ovejas, un lugar que él llama "La casa de los Dioses",  es una persona que ha conocido y participado de los sistemas de la sociedad civil y común, a través del trabajo, la familia, la convivencia, y que un día decidió retirarse de todo ello para aislarse en ese lugar del Camino y PARTICIPAR su vida con la soledad y los peregrinos bajo el lema de COMPARTIR.
Este lugar está  a tan solo uno o dos kmts del Cruceiro de Santo Toribio, un punto elevado sobre Astorga, desde el que se divisa una preciosa panorámica y que significa el fin de la meseta en el Camino, la montaña leonesa ya nos observa y Galicia queda cada vez más cerca. El descenso a Astorga es relajado y tranquilo porque  la lluvia ya ha parado e incluso luce el sol.
Astorga es una gran población con origen romano y tiene motivos varios para terminar allí la etapa y conocerla bien, como el palacio episcopal diseñado por Gaudí o la Catedral que tiene una portada del estilo gótico florido, bien conservada y espectacular. Es la capital de la comarca maragata, región de suelos pobres, paisajes grises y desarbolados. Una agricultura poco productiva situada entre la meseta castellana y los montes de Asturias y Galicia, lo que ha favorecido que los habitantes de estas tierras, aisladas durante muchos siglos, se dedicaran al transporte de mercancías de todo tipo a bordo de mulos.
No estaba en mis planes parar aquí, sino hacerlo en una pequeña población llamada Murias de Rechivaldo, próxima  a la conocida Castrillo de los Polvazares por la buena conservación de sus edificios de piedra y calles empedradas; también por sus restaurantes sirviendo el famoso conocido maragato, que comienza comiendo primero la carne y terminando por la sopa.


En la Guía del Camino de Eroski había leído que los peregrinos destacaban un albergue en Murias, el Albergue Casa las Aguedas, por lo que hice la reserva correspondiente. A las 13,30 horas estaba albergado y atendido muy bien por la hospitalera Lola, quien me aconsejó no ir a Castrillo a comerme el cocido, sino al Bar del pueblo donde podía comerle mejor y más barato, así que no lo dudé. Mañana me desviaría un poco del trazado para pasar por Castrillo, ya lo conozco pero me apetece volver a pisar sus calles empedradas.
El menú fue espectacular, comí junto otro peregrino español que hacía el camino en bici. El Bar pequeño y con un ambiente cercano,  de pueblo. Cuando salí del comedor estaba Lola tomando café, la acompañé y en ese tiempo aprecié el buen ambiente que había entre la gente, también estaba el hospitalero del albergue municipal, un alemán muy expresivo, hablaba castellano, y que monopolizaba todas las conversaciones, seguidor del Borussia de Dormund, el equipo del que estaban televisando un partido de futbol en ese momento. Discutía y bromeaba con los seguidores del Madrid que allí había y gestualmente se comportaba como si estuviera en el campo de futbol. Pasé un buen rato con él y con el futbol.
No había otra cosa que hacer, no tocaba colada, solo esperar que pasen las horas del día, que llegue la noche para descansar y esperar el amanecer de un nuevo día para hacer una etapa más que sería importante en este caso, porque ya el Camino "pica" para arriba y mañana acabaré en el pueblo más alto del Camino, en Foncebadón, a 1.400 metros, muy próximo de la mítica  Cruz de Ferro.





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