El CAMINO DE VICENTE recoge experiencias habidas en los dias que pemanecí en el Camino francés a Santiago

martes, 17 de septiembre de 2013

Etapa 26 : Vega de Valcarcel - Alto del Pollo (21 kmts)

Día 03-10-13
Descansé bien en la Pensión Fernández, buena habitación, buena cama, habitación agradable. Es positivo levantarse descansado y optimista, máxime en un día especial como es el de la subida a O Cebreiro, la etapa reina del Camino como la llamaban antes de incluir en el Camino por España la etapa de Saint Jean, la de atravesar los Pirineos.
Es de noche, salgo a la Nacional VI, enciendo la linterna para que me vean los coches que puedan pasar por allí  a esa hora de las 7,30. En Ruitelán presencio el último viaducto de la Autovía del Noroeste, cuando transitas por ella en coche impresiona mirar para abajo, igualmente cuando desde abajo observas la delgada línea del viaducto que soporta la Autovía y su tráfico, da sensación de debilidad.
El día está inestable, ha habido tormentas por la noche y en la carretera hay ramas de árboles derribadas por el viento, en este momento no sabemos cómo puede ser el día, es una duda que preocupa. En Herrerías nos desviamos de la Nacional y vamos por una carretera vecinal. Pasamos por debajo de castaños y el viento arranca de vez en cuando alguno de sus frutos, produciendo mucho ruido al golpear en el suelo. Si nos diera en la cabeza comprenderíamos el significado de la palabra  "castañazo". Un pequeño riachuelo separa el pueblo de una extensión grande y plana de pastos, le cruzamos y caminamos por la orilla del pueblo, allí vemos caballos atados y un cartel que invita a subir O Cebreiro en caballo. Otro negocio más a la vera del Camino. Al salir del pueblo, sobre el asfalto de la carretera vecinal  está escrito : "Comienza el ascenso a O Cebreriro", y poco después, también sobre el asfalto, con flechas y en color amarillo hay dos invitaciones para subir a La Faba, una a los peregrinos  por un camino  de la izda. y otra a los bicigrinos, a los que van en bici, a seguir por el asfalto de la carretera. El ascenso es por camino estrecho de piedras fijas en el terreno y por bosque de castaños; el día se está poniendo bueno y desaparecen las nubes. En poco menos de 1 hora, desde Herrerías, llego a La Faba, son las 9,35 h., después de visitar la iglesia busco un Bar donde recuperar y repostar. El Bar es pequeño y está completo, busco un enchufe para cargar la batería del móvil, es mi máquina de fotos y no quiero perder las imágenes que me esperan.
A las 10,15 estoy de nuevo en el Camino. Tengo suerte porque el día está mejorando y la luz solar da más fuerza a los colores del paisaje natural, no me canso de hacer fotos. El ascenso es muy suave, incluso es plano en varios tramos, ya suponía que "el león no era tan fiero" como decían. A las 10,52 llego a La Laguna de Castilla, pequeña aldea ganadera que todavía pertenece a la provincia de León, es la última de la provincia que más kmts tiene en el Camino, unos 260. Desde la salida del pueblo puede verse el trazado que falta hasta el alto final e intuir la situación del pueblo; sobre la "cicatriz" del terreno se ven pequeños colores en la lejanía, que en la cercanía aumentan y definen a los peregrinos que son muchos. Después de unos 20 minutos caminando me detengo en una parte elevada y echo la vista atrás, veo sobre el Camino un grupo de caballos con peregrinos a bordo, son cinco que cuando se acercan identifico con los que había atados en Herrerías, encabezando el grupo viene el propietario de los animales, por detrás de ellos descubro la figura de Svenja, nos saludamos con una sonrisa y la hago una foto.
A las 11,30 llego al alto y al pueblo de O Cebreiro, éste está muy bien cuidado, casas y establecimientos de hostelería de piedra,  se conservan payozas, y las calles empedradas. Otra prueba más de la vida que da el Camino. Hay varios Bares-Restaurantes y entro al azar en uno de ellos, que no debe ser, a juzgar por opiniones posteriores, de los peores en cuanto a trato y explotación, porque este comportamiento debe ser  malo y abusivo por parte de otros profesionales con los peregrinos. El pueblo está al lado de la carretera LU-633 que viene de Piedrafita y tiene muchas visitas que se suman a los peregrinos. Hay también un albergue municipal, grande, que no es de la satisfacción de los peregrinos, así me lo contó una holandesa que  vi venir del albergue, ya estaba alojada, cuando yo bajaba para el siguiente pueblo. La había conocido en el albergue de Hospital del Orbigo, estaba acostada en la litera baja contigua a la mía, era pronto para dormir y ya estaba lista para hacerlo, por lo que bromeé con ella, entendía y hablaba algo el castellano. En esta etapa de hoy habíamos coincidido varias veces en los primeros tramos hasta comienzo de la subida. No recuerdo en qué etapa posterior volví a verla y me contó lo mal atendida que se había sentido en el albergue de O Cebreiro. Pues que se anden con cuidado porque como continúen merecidamente las malas opiniones de los establecimientos de este pueblo pueden quedarse sin "gallina".
La marca del Camino es la flecha amarilla, es la que nos indica por dónde debemos ir, nuestra referencia constante. Elías Valiña, cura de O Cebreiro allá por los años 60 fue el inventor de la marca, pero lejos de reclamar derechos de autor, los suyos han recibido como herencia la obligación de mantener la flecha. En este enlace de El País puede leerse la historia de la marca de el Camino.
http://elpais.com/diario/2010/05/15/galicia/1273918702_850215.html
O Cebreiro está a 1330 m. de altura, he subido en la etapa de hoy desde los 600 m. de Vega de Valcarce, son las 12,15   y restan  hasta la meta de hoy,  10 kmts . El Alto del Pollo (Alto do Poio)  está en Padarnelo y tiene la misma altura, son los dos puntos más altos del Camino gallego. A pesar de estar ambos en la misma altura, para llegar hay que realizar bajadas y subidas que penalizan el bienestar de las piernas.
Son las 12,12 h. cuando parto de O Cebreiro,  Liñares es la próxima población, a 3 kmts y en suave descenso  continuo. No hay nadie en el pueblo, ni resto de los peregrinos, ¿se habrán quedado todos  arriba?. El siguiente punto importante de esta etapa es el Alto de San Roque (1.270 m) donde hay una figura de bronce que llaman Monumento al Peregrino, es muy grande y el lugar bien elegido y privilegiado, con razón la han representado cogiéndose el sombrero porque es muy grande la fuerza del viento, recordaba el Alto del Perdón en Navarra, pero es mucho mayor la fuerza del viento de aquí. Comenté en el albergue esta circunstancia con los propietarios e hice la pregunta de por qué no había aereogeneradores para aprovechar esa fuerza natural y limpia, me respondieron que no lo permitía la Xunta de Galicia en todo el Camino de Santiago.

"Subo al alto de San Roque , allí sopla el viento con fuerza. Mis ojos lagrimean, mi capa ondea como una bandera. En el centro de una plataforma redonda, una figura ataviada de peregrino medieval se sujeta el sombrero con una mano para impedir  que se le vuele y lucha contra un aire indómito que le pega la cara y no le permite avanzar. Parece abrirse paso caminando sobre el mar calmado de niebla gris que filtra en el valle. Al fondo unas cumbres emergen como icebergs de piedra oscura". EL GRAN CAMINANTE. Antxon.

Son las 13,12 h. y me queda todavía otra hora de camino. Se aproximan unos nubarrones preocupantes, hay que darse prisa para no mojarse.


El albergue El Puerto donde voy a quedarme está en la carretera, me está molestando una bota y quiero dar descanso a los pies, me pongo las sandalias para caminar  por el asfalto. Por momentos el tiempo se vuelve más oscuro y preocupante, es inevitable la llegada de la lluvia, el interrogante está cuando y si me dejará llegar sin mojarme, acelero el paso todo lo que puedo que no es mucho. A las 14 horas llego al albergue, cinco minutos después comienza a llover y con fuerza.
No me gusta, hay otro peregrino albergado, pero debido a las circunstancias actuales tengo que quedarme. No hay mucha temperatura en su interior, es frio de ambiente, mobiliario antiguo y desordenado y tiene solamente dos baños con ducha dentro en espacio reducido y húmedo. Por primera y única vez ni me apetece ni me ducho al finalizar la etapa. Elijo litera y deposito la mochila y resto de pertenencias, pero no me detengo allí ni un minuto. Me voy al Bar-Restaurante-Recepción, es todo, hasta estancia de la propietaria, una señora mayor que permanece sentada al lado de la chimenea encendida. Es un Bar típico del medio rural, más conocido como Cantina, con una pequeña barra y unas mesas y acceso a amplia cocina. Los perros entran y salen cuando quieren, los clientes habituales, aparte de los peregrinos son algún  viajante y  ganaderos de las poblaciones próximas que se acercan en su vehículos.
No tengo hambre, tomo solamente un caldo gallego y permaneceré allí hasta que se vayan todos a la cama. Inicialmente consideré que iba a ser una tarde larga y aburrida, pero no fue así. Fuera, el tiempo se volvía cada vez más desagradable por la lluvia y el viento que arreciaba, por lo que todos los peregrinos que están en el Camino por la tarde se veían obligados a entrar para tomar algo caliente o para esperar que disminuya la intensidad de la lluvia del momento. Una pareja catalana que iba en bici, permaneció dos horas porque las previsiones del tiempo que tenían decían la hora que dejaría de llover. Algunos peregrinos decidieron quedarse allí, pero no fueron muchos, la mayoría marchaba. En algún momento se llenaba el pequeño local, ante el regocijo de la propietaria que en silencio observaba desde su butaca, junto el calor que alimentaba el hijo con gruesos troncos de madera de castaño y encina. Tres remolques, dijo que gastaba cada año.
Yo no me aburría, estaba pendiente del móvil que lo tenía cargando en el único enchufe que había en un rincón alejado de mi, escribía mi pequeño diario de la etapa y observaba la diversidad humana que surgía y desaparecía. Alguna vez comentaba alguna cosa con los peregrinos.
A las 18 horas llegó una pareja argentina, él tenía 47 años, ella  más joven y muy guapa. Él fijó su mirada en mí, se acercó y pidió permiso para sentarse en la silla frente la mía, tras los trámites de saludos habituales comenzó a comentarme su historia. Habían empezado en Astorga para poder llegar a Santiago en los días que tenían disponibles, y en la bajada a el Acebo sufrió una lesión en el pié, por no llevar  bastones, dijo. Esto le obligó a estar en Ponferrada dos días para recuperarse físicamente. Para recuperar el tiempo o adaptarse a las etapas y los días disponibles, se vieron obligados a viajar en Bus hasta O Cebreiro. Tenía una gran pena por no haber subido andando hasta allí, "mi Camino ya no será igual, no tendrá el mismo valor", decía apesadumbrado. Comencé a animarle y a darle consejos para el Camino que me fluían de forma automática y que incluso me sorprendían a mi mismo por la facilidad con que los expresaba. Él prestaba la máxima atención, sin pestañear, la mujer hablaba con otras peregrinas. Cuando terminé mi discurso, él asentía con la mirada fija en mi y durante varios segundos, sin expresar nada verbalmente, hasta que dijo: "A los 20 años leí a Paulo Coelho, el libro de El Peregrino de Compostela, en varios momentos de la lectura me ocurría que se me caían las lágrimas por la mejilla mientras lo leía, y no sabía por qué, tanto me impactó, me emocionó que  me prometí que yo tenía que hacer ese camino cuando pudiera hacerlo. Han pasado 27 años desde entonces, hoy mis hijos ya son mayorcitos y mi situación económica me ha permitido hacerlo ahora. He leído varias veces el libro y recuerdo de memoria  consejos que Petrus le daba a Coelho. Cuando  le escuchaba a vos me parecía estar viendo y oyendo a Petrus y recuerdo el último consejo en el epílogo del libro: Si yo me esforzaba tal vez logre un día entender que las personas siempre llegan a la hora exacta donde están siendo esperadas." Yo no salía de mi asombro, le veía tan convencido que no sabía que decirle, "¿no creerás que yo soy un espíritu bueno del Camino?", le dije con expresión de asombro y desconcierto. "Llevo cuatro días en el Camino y me han ocurrido cosas muy malas como la lesión, perder dos días del Camino, no subir O Cebreiro, gastarme una plata de un presupuesto programado y ajustado, pero ello me ha permitido conocer a gente muy buena que me ha ayudado a caminar, que sin ellos hoy no habría llegado hasta aquí. He sentido muchos mensajes. Vos también me habéis ayudado ahora, porque vuestros consejos los voy a seguir y vuestras palabras me han dado fuerzas que voy a necesitar en días como hoy". Continuaba con mi estupefacción "Bueno, pues me alegro por ello", no sabía qué otra cosa decirle. Se levantó para marchar, le extendí la mano y le deseé !Buen Camino!. Pero él me dijo : "¡No, la mano no!, ¡Quiero  darte un abrazo!, ¿vos me dejáis?", Cuando deshizo el abrazo ví lágrimas en sus ojos y me dio las gracias. Yo estaba sin palabras, nunca me había ocurrido nada igual, solo le pedí que me repitiera el último consejo de Petrus a Paulo, para escribirlo en mi diario.


La lluvia amainó y se marcharon los catalanes de las bicicletas, ya no entraban peregrinos porque no era hora de estar en el Camino. Entraban más ganaderos y paisanos de la zona que se juntaban al acabar el día para tomar un vino antes de ir a casa y hablar de las noticias que iban surgiendo desde los informátivos de la TV. Había momentos que, según los comentarios, tenía deseos de intervenir pero... pensaba que estaba en la Galicia rural y profunda, vivero de gente conservadora, muy conservadora y paisana de nuestro querido Presidente, así que la prudencia me mandaba callar.
Ahora mi interlocutor era la propietaria del establecimiento que me contaba la historia del albergue y de su familia, tenía una conversación fluida y cercana, la escuchaba con mucho respeto.

" siempre tuve a la señora Remedios en un pedestal. La considero la Dama del Camino, la abuela sabia de los peregrinos. Remedios regenta El Puerto en un alto solitario donde atiza el viento y la lluvia, a veces la nieve. Sospecho que ha ayudado a muchos peregrinos en circunstancias difíciles, ha reconfortado sus corazones y se ha convertido en su abuela por un día. Su presencia, generalmente inadvertida, transmite para quien se detiene  a fijarse, una sencillez franca, cercana, luminosa y honorable. Su mirada desprende la sabiduría y el temple de quien han vivido y ha sobrevivido. Sus ojos,  fijos en las llamas, irradian una bondad serena. Querría volver a pasar por aquí y encontrarme siempre con la dama del Camino Francés." EL GRAN CAMINANTE. Antxon

Tenía hambre por lo que solicite un plato de carne guisada que resultó estar excelente.
Eran las 21,30 h. y ya no quedaban clientes en el Bar, solo yo que me resistía ir al albergue a meterme en la  litera del albergue tan "frío". La señora subió a dormir, solo quedamos el hijo y yo, a las 22,00 h. cerraba, "¿Y a qué hora abres el Bar para dar desayunos?, " A las 6", "Pues a esa hora estaré yo". Intuía la noche que me esperaba.
Al salir, me crucé con los perros, encogidos sobre si mismos dormían al amparo de las sillas y mesas de la terraza. La lluvia había cesado y soplaba el viento.

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