El CAMINO DE VICENTE recoge experiencias habidas en los dias que pemanecí en el Camino francés a Santiago

jueves, 12 de septiembre de 2013

Etapa 31 : Ponte Campaña - Arzúa (25 kmts)

Día 08-10-13
La noche ha sido irregular, momentos de desvelo y de sueño. Las noches deben dormirse de un tirón y si no es así, tanto en casa como en el Camino, se sufre, aunque aquí mucho más. Siempre he dicho que no tengo miedo al camino, tengo miedo a la noche.
Desayuno en el propio albergue y me despido del alemán que trata de despertar al joven que llevará unas 11 o 12 horas durmiendo.
Hoy salimos de la provincia de Lugo y entramos en la de La Coruña. Desaparecen los bosques espesos de robles y castaños autóctonos y aparecen los importados de las antípodas, los eucaliptos. Comentando en Santiago esta circunstancia con un natural de la tierra, me comenta que son las Diputaciones provinciales las responsables de que en una provincia solo desarrollen plantas autóctonas y en otra se cultiven las dos. Es conocido que el eucalipto originario de Australia se cultiva en toda la cordillera cantábrica, más en la occidental, por motivos de rápido desarrollo y a pesar del perjuicio al terreno porque donde crece este árbol no crece ninguna otra especie de arbusto ni de maleza o vegetación autóctona.
Pasamos por varios valles surcados cada uno de ellos por pequeñas corrientes de agua que aquí llaman rios pero que en Castilla llamamos arroyos, todo esto forma una Galicia ondulada que obliga a los peregrinos a un continuo sube y baja, es como una montaña rusa, conocido también como un rompepiernas.
Melinde es la villa conocida que se cruza en esta etapa y es conocida por su hosteleria dedicada a la preparación del popular plato del pulpo. Hay un establecimiento muy conocido y popular o que muy bien ha canalizado o administrado la política de la publicidad porque la mayoría de los peregrinos españoles, si no todos, entran en él, se trata de la Pulpería Ezequiel, yo también lo hice por recomendación de los nacionales y la verdad o mi verdad es que no me pareció nada extraordinario, la única diferencia encontrada con la referencia de los platos elaborados de nuestra tierra es su precio.
Degustado el pulpo, hay que seguir el Camino. Una iglesia románica nos despide de Melinde. Es pequeña como lo han sido todas las de las pequeñas o medianas aldeas de la tierra gallega. Bajo el pórtico hay una mesa dispuesta para que el funcionario ponga el sello del lugar a quien lo demande. Prácticamente todos lo hacen y pocos responden a la invitación de pasar y ver el interior donde hay unos frescos románicos encontrados hace 5 años.
Hay muchos peregrinos en el Camino por lo que busco una pensión en Arzúa donde alojarme. Todas a las que llamo en los primeros lugares están ocupadas, encuentro habitación en Fonda Carballeira, ¿por qué lo haría?.
Son las 15 horas y llego a Ribadiso de Abaixo, pequeña población que está aún a 3 kmts. de Arzúa. Desde un puente de piedra sobre el rio Iso, se ve el albergue municipal que antiguamente fue un hospital para peregrinos, éste está al lado del rio separado por una pequeña pradera de hierba sobre la que toman el sol y refrescan sus pies en el agua, varios peregrinos entre los que se encuentra Svenja, nos vemos y expresamos nuestro habitual lenguaje corporal.
Aprieta el calor y aún quedan 3 kmts. se me hace duro, tenía que haberme quedado en este albergue. Adelanto a dos peregrinas extranjeras que a juzgar por su rostro serán coetáneas mías, llevan una mochila menor porque sus pertenencias las habrán facturado a través de los medios de transporte, diez minutos después me adelantan y no puedo seguir "su rueda", estoy agotado. Entro en el casco urbano de Arzúa por una alargada calle que parece la principal por su dimensión, pregunto por la calle de la fonda, me indican y llego a ella. No me gusta, ni la fonda por fuera, ni quien me atiende, ni la fonda y habitación. Ya he pagado y estoy cansado, si no fuera por estos dos factores me hubiera dado la vuelta, ¡mejor que lo hubiera hecho!, a pesar de esto. Tiene muchos años y ni veo ni siento algún otro peregrino o persona hospedada. Me ducho, hago la colada y trato de aprovechar los pocos rayos de sol que inciden ya sobre las cuerdas de la ropa.
Dentro de la fonda el menor tiempo posible, por esto pronto fuera, muy cerca hay una plaza con una amplia terraza y mesas de Cafetería ocupadas muchas por peregrinos. Ocupo una de ellas y leo en internet la prensa y escribo mi diario. Svenja y sus amigas alemanas se acercan a saludarme. Se hace de noche y refresca el tiempo, hay que abrigarse y hay que cenar.

Busco en la calle Lugo y encuentro un Restaurante que también es pensión, no recuerdo el nombre, tiene menú del peregrino y buen aspecto. Está lleno, solo queda una mesa para mi. Observo a mi alrededor y llego a la conclusión de que la mayoría son extranjeros y peregrinos, me saludo gestualmente con uno de ellos, coincidí con él en Melide, iba solo, sin mochila y me preguntó entre medio español y medio inglés por el plato del pulpo, no le conocía pero como nos veía a todos con él solicitó un plato para él. Lo probó e inmediatamente me miró  con su dedo pulgar para arriba. Ahora me reconocía y me saludaba con la cabeza y una sonrisa. En la mesa estaba con dos mujeres que llevaban unos buenos vestidos, uno de ellos largo. Me costó, pero las identifiqué como las peregrinas a las que adelanté y después me adelantaron en la entrada de Arzúa. En el Hostal las esperaban sus maletas con el maquillaje y sus vestidos.
Regreso a mi poco atractiva fonda. Si la fonda es vieja, el colchón y somier también lo es, están muy cedidos, así que lo saco de la cama y lo tiendo en el suelo. Hay silencio y este no tiene edad, el cuerpo duerme. En algún momento de la noche siento pequeñas picaduras en la pierna. ¡No!, ¡Chinches, no!



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