El CAMINO DE VICENTE recoge experiencias habidas en los dias que pemanecí en el Camino francés a Santiago

domingo, 15 de septiembre de 2013

Etapa 28 : Triacastela - Barbadelo (Por Sarria) 22 kmts

Día 05-10-13
Descansé muy bien, el cuerpo tenía hambre de sueño y en el compartimento de 6 plazas ocupadas halló un buen lugar y buenos acompañantes.  No siempre acontecen estos buenos "matrimonios", cuando uno falla se rompe la convivencia. Todos los peregrinos hemos sentido alguno de estos "divorcios". Antxon, EL GRAN CAMINANTE, dibuja y transmite con maestría, su experiencia en el albergue público de esta misma localidad de Triacastela :
" pero , entre el trasero inconmensurable que todo lo abarca de la rusa y el olor, estoy paralizado. El olor que se condensa por toda la estancia  hace que el aire sea irrespirable y sofocante. El tufo nauseabundo que emana un calor con reminiscencias orgánicas y corporales, me satura las fosas nasales y me ofusca la mente. Primeramente me ha venido a la mente un recuerdo a queso de cabrales caducado, como si a una pieza del aromático manjar asturiano, tras haber sido envasado herméticamente durante años, se le hubiera despojado su envoltorio y se hubiera quebrado el tarro de esencias pestilentes, dando rienda suelta así a un perfume rabiosamente expansivo en toda su magnificencia hedionda. Pero enseguida ha derivado en evocaciones más truculentas, malsanas e innombrables. Procuro respirar por la boca como los pececillos; puedo hacerme una idea de su sufrimiento al ser arrancados del medio acuático al que pertenecen. El pestazo es tan denso que me asalta la impresión  de que puedo paladearlo y de que trae consigo una letanía, una especie de lamento sombrío, como un cante jondo emitido por la voz de un espectro de halo maloliente."


Esta etapa ofrece dos alternativas para llegar a Sarria, si a la derecha de Triacastela tomamos la derecha, evitando la carretera, se va por San Xill, que se corresponde con la ruta histórica. Es un hermoso camino por el valle que forman pequeños ríos bajo la sombra de robles y otros árboles autóctonos. La alternativa de la izquierda discurre a la par de la carretera, es más larga y solo al final continúa por tranquilos parajes, pero tiene la alternativa de pasar junto el monasterio benedictino de Samos.
Elijo la alternativa de San Xill, hay que superar un desnivel de 200 metros durante los primeros 7 kmts., hay algún tramo duro, pero esto es ya el "pan" de cada día. El resto de la etapa es entretenida por sus cambios de rumbo continuos y pequeños ascensos y descensos, la etapa tiene carácter  descendente, pues de los 905 m. del Alto de Riocabo hay que bajar hasta los algo más de 400 que tiene Sarria. Bosques y ondulados prados son el paisaje permanente de esta etapa y de todas las que restan en Galicia. En ninguna como en esta nos enfrentamos a peligrosos tramos de descenso. Cortos pero de riesgo porque eran de piedra con capas de agua en su superficie y  que negaban hasta 1 cm cuadrado  de tierra donde clavar el bastón para asegurar la estabilidad. En uno de esos tramos volví a encontrar a la pareja  francesa, a los abuelos, él llevaba recogido un paraguas grande de golf que le servía de bastón. Cuando llegaban a terreno plano y firme, volvían a tomarse la mano y caminar en paz y silencio.
Alcancé a un perro peregrino y su dueño, era un joven gallego que trabajaba en Madrid y aprovechaba unos días de vacaciones.  Dormía en pensiones que aceptaban animales y las descubría preguntando a los hogareños de la localidad donde llegaba.
Cuatro horas después de iniciar la etapa, llegaba a Sarria, busqué una farmacia para comprar unos apósitos que protegieran mis dedos del pié porque llevaban días protestando. Para ello tuve que retirarme unos metros de la senda amarilla, la encontré pronto, en una avenida grande y moderna que no quería saber nada de las construcciones antiguas de las veras del Camino. Regresé a mi espacio natural y antes de ascender por unas bien empinadas escaleras, ya en la senda, hallé un bazar para los peregrinos, tenía libros del Camino y pregunté por EL GRAN CAMINANTE que había visto anunciado a lo largo del trayecto de las etapas. Allí no le conocían, tenían el del Paulo Colheo, "El peregrino de Compostela" y lo adquirí.
Superadas las escaleras de la escalinata conocida como la del Peregrino, accedí a la Calle Mayor, calle peatonal y estrecha entre edificios de dos alturas, antiguos y bien conservados, con comercios que conservan el "sabor" antiguo y restaurantes, albergues y pensiones; todo ello al servicio de los peregrinos. Esta localidad es punto de inicio del Camino  para miles de peregrinos, generalmente españoles,  más que Triacastela, y lo es  por motivos varios, como disponibilidad de poco tiempo, oportunidad para conocerlo y después ampliar, o también porque en Santiago ya te dan la Compostelana partiendo desde aquí. El hecho es que, como ya comenté en la etapa anterior, el flujo de peregrinos aumenta y aumenta también el ruido por el que nos caracterizamos cuando vamos en grupo.

No me detengo, camino despacio por la vieja calle central contemplando los edificios, uno de ellos es la Iglesia de Santa Mariña, conocida visualmente por una foto igual a la de arriba, donde vemos imágenes de peregrinos pintadas sobre la tapia del terreno que asienta la iglesia. Sigo las indicaciones de la flecha y presencio un cruceiro en el mirador de la ciudad, el día es claro y sientes la ciudad nueva a los pies, pero emociona y enorgullece más echar la vista más allá, hacia el Este, hacia los montes que hemos cruzado para llegar hasta aquí, son unos 700 kmts. los que hemos caminado, piensas en ello y sientes orgullo y autoestima.


Mi final de etapa estaba a 4 kmts. de allí. Había visto en las lista de albergues de la página http://caminodesantiago.consumer.es/ que en Barbadelo había un albergue privado de calidad, la Casa Barbadelo, y había reservado una litera.
Son las 13,15 horas, llegaré una hora más tarde. Me encuentro en la parte alta de la Villa que conserva un carácter medieval. El último edificio que hallamos es el Convento de la Magdalena, es quien despide de Sarria a los peregrinos que siguen su camino a Santiago pasando por el Ponte da Áspera, pequeño puente de piedra de origen romano. Inmediatamente después pasamos por encima de las únicas vías de tren que pisamos en el Camino, son las de Madrid a La Coruña.
Hay muy pocas nubes, el sol está en su cenit pero  ha oscurecido. Nos hemos adentrado en un bosque de viejos castaños, centenarios muchos de ellos. El colectivo, la familia es numerosa y está tan unida que son pocos los rayos de sol que penetran en su interior. El pequeño bosque pone a prueba a los peregrinos, a los que empiezan desde Sarria, frescos y adormilados y a los que terminan, como es mi caso, después de cuatro o cinco horas de marcha. La pendiente no es muy fuerte pero es constante, solo te da descanso cuando finaliza en un prado verde, amplio y plano. Vuelve el sol y baja el ritmo cardiaco, este vuelve poco a poco a su marca habitual. No muy distantes se ven los edificios, pocos, de Barbadelo.


A las 13,50 h. llego al albergue. Un alojamiento de calidad, ámplia zona ajardinada, comedor de lujo, varias dependencias o pabellones como albergue, independientes y cada uno de ellos con un número de literas de 10 + 2 baños y duchas.
Veo caras conocidas. Tomando el sol está Svenja, la joven alemana con la que a partir de Burgos, donde comenzó, he coincidido en varias ocasiones. La recuerdo en La Virgen del Camino, igualmente sentada en el césped, al sol y escribiendo postales de recuerdo. En aquella ocasión estaba sola, ahora estaba con otras jóvenes de su edad que más tarde supe eran también alemanas. Nos saludamos con nuestro tradicional "Hi" y una sonrisa. Más tarde comprobamos nos había correspondido el mismo pabellón.
Buenas duchas y baños, amplios y limpios. Me cuesta encontrar un enchufe para cargar el móvil, hay un par de ellos para cuatro literas pero están ocupados con el mismo servicio que yo busco; tengo que utilizar el enchufe del baño que está próximo a mi litera. Una vez duchado continúo con el procedimiento, ¡la colada!.
La afluencia de peregrinos es notable, se les ve caminar por las direcciones de los pabellones. Quiero comer, no he comido nada en toda la mañana después de desayunar. Somos muy pocos los que hoy hacemos esta comida, ¡buena y buen servicio!.
Las jóvenes alemanas permanecen en el césped tomando el sol, disfrutan de esta luz y esta temperatura que los nórdicos no tienen. Estoy bien, también quiero disfrutar de la buena temperatura pero andando por los alrededores; ya tengo planificada la tarde: pasear, escribir y ver la final de la Supercopa de Baloncesto, entre el R.Madrid y el Barcelona. En el amplio comedor del albergue hay un espacio dedicado a Salón de TV. 
La hora del partido coincide con el horario de las cenas. El comedor está lleno, los extranjeros hacen la comida de la cerna. Conecto la TV y veo el partido, estoy solo entre muchos. Svenja y sus amigas están cenando en una mesa próxima y observa mis gestos que marcan las jugadas y las canastas. Cuando termina de cenar se sienta a ver el partido, ya sabe quien es mi equipo. Creo que le da igual uno y otro, pero creo que por solidarizarse conmigo muestra una sonrisa y me mira cuando los blancos meten canasta. Gana el Madrid, resultado: 83-79.
Poco a poco el comedor se ha ido vaciando, algunos permanecen en la terraza y el resto ha marchado a sus pabellones. Es tarde. Llevo la linterna para acceder a mi litera, el pabellón está a oscuras y todas las literas menos la mía están ya ocupadas. La mayoría duerme, una amiga de Svenja repasa en su móvil sus correos o whatsApp, se escucha algún ronquido de baja intensidad; confiemos en que ceda o al menos no aumente de volumen. Me pongo los tapones y me acuesto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario