El CAMINO DE VICENTE recoge experiencias habidas en los dias que pemanecí en el Camino francés a Santiago

sábado, 5 de octubre de 2013

Etapa 8: Viana - Navarrete (22 kmts)


Día 12-09-13

Entramos en la Comunidad de La Rioja, cruzamos la frontera 10 kmts después de Viana.
Los viñedos, con mayor o menor intensidad, nos acompañarán en esta y siguiente etapa, los peregrinos tenemos a nuestro lado  la invitación constante a probar las dulces uvas riojanas, fuentes de excelente vinos.
El tiempo continúa siendo excelente, sol y buena temperatura, ello contribuye a hacer más agradable las etapas, aunque.. el calor del mediodía contribuye a aumentar el cansancio en los finales de etapa.
El despertar y comienzo de etapa tuvo dos sobresaltos, uno, encontrar picadas de chinches en interior de brazo izdo, creo que se encontraban en una manta del armario, a la que tuve que acceder en la medianoche porque sentía frío, y dos, me faltan los palos, los bastones. Trato de hacer memoria y creo que los dejé en el Bar donde tomé con René la última cerveza, al lado de la Iglesia de Santa María. Son las 6,30 horas, ¿estará abierto el Bar?, lo más probable es que no, pero es posible que lo estén limpiando. No pudo ser en otro sitio porque del Bar vine al Hostal. Preparo la mochila, bajo a la calle Mayor y me dirijo al Bar, la persiana está medio echada, eso significa que hay alguien dentro, llamo y acude una mujer extranjera que habla y entiende el castellano, la digo lo que me pasa y pido el favor de que mire en el interior a ver si los encuentra, vuelve en un par de minutos con las manos vacías. Lo lamento y agradezco su atención. Me doy la vuelta con mucho pesar porque los bastones son muy prácticos para el Camino, especialmente en las subidas y bajadas, eran muy buenos y los tenía conmigo desde hace 12 años cuando comencé a ir a la montaña. Camino  despacio, pensando dónde pude dejármelos, tal vez se quedaron en la terraza donde estábamos y alguien se los llevó, esto es lo que debió pasar. Hago autocrítica por no prestar atención a las cosas y me resigno a no verles más. Pero escucho una voz de atención que me llama desde el Bar, me doy la vuelta y veo a la mujer con los bastones en la mano. Me alegré, les cogí y agradecí a la mujer su colaboración.


La mañana es espectacular por la temperatura agradable,  no es así en el trazado de los 10 kmts hasta Logroño, salvo el paso por un pinar no muy extenso, porque hay que pasar por una zona industrial que es el punto donde está el trazado de la frontera de las Comunidades. Antes de llegar a Logroño hay que pasar por un pequeño monte desde donde se aprecia una vista general de la ciudad, y al bajar es obligado el paso junto a una casa de labor rodeada de macetas, en la que vivía la señora Felisa quien durante muchos años recibía a los peregrinos dándoles "agua, higos y amor", como decía la impresión de su sello. Hoy la tradición la continúa su hija María, ya entrada en mucho años, que sella la credencial a todos aquellos que lo deseen y que deben ser la mayoría, porque se posiciona en el Camino y a la voz de ¡Stamp!, ¡Stamp!, nos invita a sellar, nos pasa al interior de la casa donde nos ofrece café y agua, y sella nuestra credencial,  no había higos y tampoco los recordé, sí tenía una caja metálica con monedas, donde los peregrinos depositábamos nuestra voluntad. Le llamó la atención  ver en mi credencial el sello de Pablo el de los "palos", comentó que le conocía, lo buena persona que es y lo viejos que se están haciendo. Tiene la costumbre heredada de su madre, según me dijo, de apuntar el número de sellos que pone, por esto le pregunté cuántos sellaba diariamente, me respondió que hace dos días había sellado 520 credenciales. Esto nos da idea del flujo tan elevado que tiene este mes de Septiembre.

Después de un descenso no muy largo entramos en Logroño, orillas del cementerio y del Ebro, que cruzo muy pronto para entrar en el casco antiguo. Son las 10 de la mañana y las calles están vacías, veo muy poca gente, entro en la cafetería El Moderno y  llamo a Mercedes, paisana de mi pueblo, socia y colaboradora de las Sociedades solares, con quien tomo café y me habla de Logroño y acompaña por el casco a salir de la ciudad. Una escuela infantil o guardería me llama la atención, paso varios minutos observando las evoluciones de los niños en el patio de juego, ¡que felices son y cuánto les queda!, ¿qué camino/s tomarán?, es inevitable reflexionar sobre la vida, ellos no tienen prisa, no saben lo que es eso, a ellos les llevan. Yo, hoy,  tampoco tengo prisa, y a mi también me llevan, me lleva el Camino, así que  tenemos algunos paralelismos.
El Camino está bien señalizado por las flechas amarillas que los amigos del Camino pintan y refrescan en piedras, suelo, tapias, etc.. hitos y mojones o conchas y baldosas al paso por localidades grandes o ciudades. En Logroño me saca de la ciudad por el Parque de San Miguel, este conecta a través de un largo paseo de cemento y  tierra, unos 5 kmts,  que es muy frecuentado por los logroñeses que hacen footing o senderismo, (la Via Apia le llama Jaime, el amigo mejicano),  entre tierras de labranza, con un amplio pinar donde se encuentra el Embalse de La Grajera, zona recreativa natural de mucha aceptación, y donde las ardillas salen al camino a buscar alimento de la mano de los caminantes o paseantes.
Navarrete no está muy lejos;  pronto la divisaré porque está situada en las faldas de un cerro. Debe su nombre porque en el siglo XII era una localidad navarra, aquí se encontraba la línea divisoria. Un par de kmts. antes de llegar, el Camino pasa al lado de una pequeña industria  astilladora de madera; sobre la verja separadora, los peregrinos hacen y colocan cruces con las astillas residuales. Por camino entre viñedos accedo a esta localidad conocida, además de por sus vinos, por su alfareria. Me dirijo al Hostal donde he reservado habitación y donde encontré el peor colchón del Camino, muy blando para mi espalda; a medianoche me vi obligado a dormir en el suelo encima de la esterilla de mi mochila.

1 comentario: